viernes, 31 de mayo de 2013

A Cervantes


Horas de pesadumbre y de tristeza
paso en mi soledad. Pero Cervantes
es buen amigo, endulza mis instantes
ásperos y reposa mi cabeza.

Él es la vida y la naturaleza.
Regala un yelmo de oros y brillantes
a mis sueños errantes.
Es para mí: suspira, ríe y reza.

Cristiano y amoroso caballero,
parla como un arroyo cristalino.
Así le admiro y quiero,

viendo cómo el destino
hace que regocije al mundo entero
la tristeza inmortal de ser divino.

                            Rubén Darío

sábado, 25 de mayo de 2013

Amapolas


Lástima que, cuando el Greco pintó Toledo, se le olvidaran las amapolas.

sábado, 18 de mayo de 2013

A medias sueño


Un rincón neoyorquino, a medias sueño y a medias realidad.

martes, 14 de mayo de 2013

La estación


La estación de Avilés, el taxi que espera, la casa azul de la esquina ante la que crucé tantas veces...  Qué desconocidos se van volviendo, con el paso de los años, los lugares más familiares.

lunes, 13 de mayo de 2013

Mientras se espera


Esperando a los clientes en el Ponte S. Antonio. Podría ser el comienzo de una bonita historia.

miércoles, 8 de mayo de 2013

Con un solo ojo


"Leer un único periódico es como mirar la realidad con un solo ojo", dijo una vez no sé quién. Cierto.
Pero leer muchos periódicos, tal como va el país y como va el mundo, no garantiza que nos engañemos menos.

sábado, 4 de mayo de 2013

Eros en Figueira



Erotismo de otro tiempo, y de cualquier tiempo, en un taller de coches de Figueira da Foz, donde veraneaba Unamuno.

viernes, 3 de mayo de 2013

Volver


Tras meses de cierre y reforma total, cuando yo la creía perdida para siempre, recupero mi mesa y mi ventana en la calle del Rosal.
Cuántos libros habrá leído en este rincón, cuántas palabra intercambiadas con amigos.
Vuelve a abrir mi cafetería de siempre, cerrada por la crisis. No todo está perdido.

miércoles, 1 de mayo de 2013

El sueño de Pessoa


En 1932, Fernando Pessoa solicító la plaza de bibliotecario, que había quedado libre, en el palacio de los Condes de Castro Guimaraes, en Estoril.
No se ha dieron, no se consideró que estuviera preparado para el cargo.
¿Habrían sido más felices sus últimos años leyendo, escribiendo, paseando por los jardines de este hermoso palacio? Quizá sí. O tal vez hubiera añorado el humo y las conversaciones de los cafés de Lisboa y el vino de las tabernas.
Cuando llegamos al lugar de los sueños, los sueños se trasladan a otra parte.