Aunque lo disimule bastante bien con mi apariencia humilde y errante, yo creo que siempre he tenido vocación de predicador, de pastor, de hombre providencial que despierta el fervor de las multitudes. Naturalmente, procuro que nadie se entere de estas vanidades mías.
Predicador, pastor, hombre providencial… Mucho más joven que Francisco, ¿por qué no llegar a Ignacio o Jose María? Con sus másteres y un gran balcón el Vaticano le espera.
ResponderEliminarNo me tientes, Concha.
EliminarJLGM