domingo, 2 de marzo de 2014

Autorretrato desalmado


Ecce Homo encontrado en el escaparate de un alquimista. Entré para que me arreglaran unos desajustes del ánimo. Y no fueron capaces de encontrarme el alma. ¿Porque la había vendido al diablo? No, porque la había dejado olvidada en alguna parte.

2 comentarios:

  1. Olvidar nuestra alma en cualquier parte es una bendición. Hay otra, que pasado el tiempo olviden nuestro cuerpo también en cualquier sitio, y al fin en uno bien concreto: “donde habite el olvido”, dicen los sevillanos.

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  2. Lo segundo no sé yo si es una bendición o no, sí sé que resulta inevitable.

    JLGM

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