Al contrario que los cristianos, que pasan por el purgatorio antes de ir al cielo, los escritores que lo fueron todo en su tiempo, pasan de la gloria al purgatorio del olvido y de las librerías de viejo.
Allí están ahora Umbral y Cela, bebiendo y jugando a las cartas, aburridos porque nadie se acerca a darles conversación.
Y menos que nadie los que más les adularon en vida.
Beber ya en vida las aguas del olvido: no se te olvide.
ResponderEliminarUno siempre sospecha que la gente que se mueve muchísimo para que hablen de ella, lo hace porque en el fondo, y aunque no se la confiese ni a sí mismo, tiene la sospecha de que eso es imprescindible, de que si no se agitara tanto no hablarían de ella. En este ejemplo se ve que, probablemente, esa sospecha acertaba.
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