Si no has llegado a Lisboa en barco, si no has cruzado lentamente bajo el puente de la Libertad, aún no has llegado verdaderamente a Lisboa.
Yo tuve la suerte de hacerlo en un velero que llevaba el nombre de Cervantes.
El propio Cervantes me habría envidiado.
“(…) Sí, repito, soy como un viajero que se encontrase de repente en una villa extraña, sin saber cómo ha llegado allí; me acuerdo de esos casos de los que pierden la memoria, y son otros durante mucho tiempo. He sido otro durante mucho tiempo –desde la nacencia y la conciencia–, y me despierto ahora en medio del puente, asomado al río, y sabiendo que existo más firmemente de lo que he sido hasta aquí. Pero la ciudad me resulta desconocida, las calles nuevas, y el mal sin cura. Espero, pues, asomado al puente, que se me pase la verdad, y que me restablezca nulo y ficticio, inteligente y natural (...)”.
ResponderEliminarO PONTE DO DESASSOSSEGO.
Muy precisas palabras. ¿Quién no se ha sentido así alguna vez?
ResponderEliminarJLGM