Luis de Baviera quiso homenajear a los héroes germánicos construyendo, cerca de Regensburg, en una colina sobre el Danubio, un gran templo griego en el que colocar los bustos de quienes más habían contribuido a la gloria de Germania: un Walhalla de mármol inmortal.
Presidiéndolo todo, mandó colocar una gran estatua suya. El templo no era, en realidad, más que un pedestal para su propia gloria. Pero lo que más se recuerda de él es que fue amante de Lola Montes, algo que quizá no sea tan importante como ganar batallas, pero desde luego resulta bastante menos dañino.